Las elecciones presidenciales de 2.022 produjeron un resultado inesperado para unos y más que esperado, anhelante, para otros. Pero, los resultados no fueron lo suficientemente contundentes como para decir que las reformas prometidas en campaña, fueran a resultar fácil y encontrarse a la vuelta de la esquina.
La polarización política e ideológica que se daba antes de las elecciones, se mantuvo con los resultados electorales del 2.022, Gustavo Petro 11.291.986 votos (50,44%), Rodolfo Hernández 10.604.337 votos (47,31%), y se mantiene aún, en el debate diario y permanente en las diversas esferas del entramado social y político, como en las redes sociales y en medios de comunicación.
No hay que olvidar que, Petro solo ganó la presidencia, óigase bien, solo el gobierno, por un estrecho margen; y lo logró, gracias al incremento de sufragantes primivotantes, es decir, jóvenes que por primera vez ejercieron su derecho al voto.
Todo ello fue posible para ganar la presidencia, pero, no suficiente para cambiar de manera significativa la correlación de fuerzas en el Congreso. La mayoría en el Congreso (63 %) sigue estando en manos de los partidos del establecimiento (liberal, conservador, Cambio radical, La U, Centro Democrático, Mira).
Los temas de campaña se hicieron explícitos, por uno y otro candidato, tanto en primera como en segunda vuelta.
Petro expuso de manera abierta, si se quiere beligerante, temas tales como los relacionados con la corrupción, el cambio climático, y un conjunto de reformas asociadas a su propuesta de cambio. Fue explícito, vehemente, en su propuesta de reforma tributaria, alcanzó a hablar que se requería una cifra cercana a los 60 Billones de pesos. Fue duró con las denuncias de los falsos positivos de los militares y muy duro con el Generalato y alto oficialato vinculado a estos. En el tema del cambio climático, habló duro y con fuerza en la necesidad de controlar la explotación de los recursos energéticos (petróleo y sus asociados). En el tema de la salud expresó con energía y claridad la necesidad de cambiar el modelo de salud y producir una profunda reforma al sistema, para virar hacia un modelo preventivo, controlar los recursos públicos y evitar el desfalco de los recursos asignados a la salud, los que eran y son desviados a través de la tercerización de las EPS. Producir una profunda reforma laboral desde la perspectiva de garantizar el derecho al trabajo en condiciones de dignidad, modificando la jornada laboral, las horas extras, dominicales y festivos. En lo pensional propuso la transformación del modelo, para garantizar pensión a la inmensa mayoría de colombianos que no la poseen, llegando de ser necesario, a un subsidio, equivalente por lo menos a la mitad del salario mínimo. Y la fundamental, la de mayor calado la paz total, fue y es la principal preocupación de este gobierno llamado del cambio.
En un sistema de democracia electoral como el nuestro y con una democracia representativa en donde se tramitan las reformas, pues se hace necesario entender la complejidad del trámite de las mismas.
Petro, conocedor del país donde vive, conocedor de donde está parado, conocedor de las artimañas que se mueven en el Congreso, y, conocedor de nuestra democracia, le ha apuntado a cumplir con lo prometido en campaña, y se ha dedicado a darle el trámite respectivo en el parlamento. Sabe que tiene que ceder en sus propuestas iniciales, pero, también sabe que no puede ni debe cederlo todo, en todo caso, al final de las discusiones del Congreso deben salir unas reformas que se acerquen en un buen porcentaje a lo prometido y lo que esperan los ciudadanos que votamos por sus propuestas. Y como buen conocedor de los negociantes que dirigen a los partidos del establecimiento y, en general a todos los partidos, sabe los intereses que los mueven, y también hasta donde puede y le está permitido moverse para ser un gobernante con éxito.
En cuanto a las negociaciones de la paz total, no pueden diluirse en el tiempo, ya solo le quedan tres años y unos pocos meses.
Los textos iniciales de los proyectos de reforma no serán, ni podrán ser los mismos que saldrán al final de una deliberación democrática. El gobierno proponente de las reformas debe contar con un equipo bien preparado de expertos negociadores, en cada una de las temáticas de las reformas que se tramitan y hábiles negociadores, para que los resultados obtenidos en su contenido, por lo menos, reflejen un avance con relación a lo que se tiene y los cambios adecuados y pertinentes que expresen el querer de los ciudadanos a quienes se dirigen las reformas.
Si es necesario evaluar contenidos, revisar equipos de negociadores, dar nuevos giros, y enderezar el rumbo, en el interés nacional, pues, hay que hacerlo, conformando buenos y experimentados equipos, sin dogmatismos extremos, sin logias que gobiernan a la sombra, para impedir que naufrague este gobierno en su primer intento.
Simultáneamente al trámite de las reformas en el Congreso se adelanta un debate electoral en los territorios, no hay que perderse en los objetivos, ni en las metas, mucho menos en el rumbo.
Sin lugar a duda, el éxito electoral se debió en gran parte a la unidad de los sectores de izquierda y a la ampliación cada vez mayor de la convergencia con sectores progresistas de otros partidos
El triunfo de Gustavo Petro, por un estrecho margen, exige sabiduría, generosidad y grandeza en el manejo del poder, pero también en el manejo electoral, pues, se requiere avanzar en las elecciones territoriales, en coalición con el Frente Amplio para proteger la coalición de gobierno, especialmente con candidaturas a alcaldías y gobernaciones.
El gobierno de Petro se consolidará dependiendo de unos buenos resultados del Pacto Histórico y sus aliados en los territorios, de lo contrario va a ser más difícil su gobernabilidad y su proceso de negociación de paz total. Así de sencillo, si pierde en los territorios, pierde su margen de gobernabilidad en la Nación.
Se requiere fortalecer la unidad del Pacto Histórico, avanzar en alianzas y coaliciones con el Frente Amplio y sectores democráticos y progresistas de otros partidos, actuando con inteligencia y visión de largo plazo.
Por: José Gustavo Hernández Castaño (*)
(*) Magister en Ciencias Políticas
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