Por: José Gustavo Hernández Castaño (*)
El país no puede optar por el camino del país vecino que, a una movilización, se responde con otra movilización. Una del gobierno y otra de la oposición, en un pulso por demostrar cuál de los dos logra movilizar más ciudadanos, en un desgaste de emociones que no le sirve al país y menos a los ciudadanos.
La excesiva polaridad que se mueve en las redes, tampoco ayuda a mejorar el ambiente, ni los niveles de comprensión de las propuestas, de lado y lado, en esta nueva cultura del like, del “me gusta” y, de las reproducciones en redes, en una carrera por convertirse en youtubers, o tuiteros, buscando monetizar, subiendo el tono de la emocionalidad y disminuyendo a bajísimos niveles, la racionalidad.
El presidente Petro, sabe de manera suficiente, que su gobierno es de transición y, como tal, debe tramitar las diferencias por los canales institucionales, en la búsqueda de consensuar acuerdos, promoviendo el diálogo a todos los niveles. Su lenguaje debe ser dialógico y no confrontacional.
Las reformas propuestas por el gobierno del cambio en la dirección de modernizar el país, para que las relaciones sociales de producción mejoren las condiciones de los trabajadores y disminuyan de manera adecuada y equilibrada, los niveles de ganancia y de apropiación de la renta, por los propietarios, exige una salida concertada por los canales democráticos.
El gobierno del presidente Petro, todavía está a tiempo de volver a su postura inicial, la Unidad Nacional, a pesar de la abrupta interrupción, por la pataleta del momento. Insisto, no es en la calle, no es con movilizaciones que se gobierna. Gobierne como debe ser, por los canales institucionales, y no creyendo que aún es candidato, subiéndose al primer montículo que aparezca para arengar a la población.
Reformas tan importantes con contenidos modernizantes de las relaciones sociales, en lo
económico y en lo político, que el gobierno tramita en el Congreso, como la laboral, la pensional, la salud, la política, la ambiental, la de tierras, deben tener trámite tranquilo, normal, sin sobresaltos, sin el negocio a destajo, del momento. No se trata, solamente, de salvarlas en el trámite, sino, lo más importante, lograr su aprobación, saliendo triunfante y no derrotado, en el escenario natural de la democracia, el Congreso. Para ello debe, en primerísimo lugar, recomponer las relaciones institucionales con los partidos, que hacen presencia en el Congreso, no es a destajo, consiguiendo voto a voto, el de los negociantes que aprovechan el momento.
No me quiero imaginar consiguiendo voto a voto en el Congreso, la refrendación final de los
acuerdos a los que se llegue en las negociaciones de paz total y de sometimiento, con los
movimientos alzados en armas.
En un régimen capitalista con elevados niveles de atraso en varios sectores de la economía, debe tramitarse su desarrollo, por la vía de los acuerdos. No estamos en tiempos de revolución, estamos en tiempos de transición y de reformas, y de reformas, por la vía de los acuerdos, si se quiere mantener en su esencia buena parte de sus contenidos, sus contenidos con sabor a cambio.
El gobierno del presidente Petro debe entender que por la vía de sus llamados a las movilizaciones o, a las llamadas asambleas ciudadanas, lo único cierto que ha venido logrando es cambiar su inicial favorabilidad por una creciente animadversión. Un margen alto de no concreción de las reformas, va en contravía de su prestigio, y por su puesto el del gobierno.
Le toca lidiar con los obstáculos que impone un sistema aletargado y con las limitaciones propias de la división de poderes. Está obligado a entenderse con los congresistas, a ese juego en el que intervienen bancadas y grupos portadores de intereses y perspectivas disímiles.
Petro lo sabe bien, pero, lo olvida en la emoción siguiente. De su cosecha, en diversos momentos ha dicho: “nunca pensé que el cambio fuera tan difícil”. “no hemos dejado la bandera de la concertación. No estamos alejados del diálogo, porque éste es lo único que distingue al ser humano del animal”. Más que frases que se dicen deben asimilarse. La primera que comprende la tozuda realidad y la segunda para definir y afianzar su rumbo de gobernante demócrata.
Negociar, transar, concertar con los partidos, es una de las características de los regímenes
democráticos, incluso entregando gobernabilidad, de ser necesario, es el camino menos tortuoso para el trámite de las reformas en el Congreso.
Petro debe pensar como estadista, actuar como gobernante y ejecutar como negociador. Los cambios son procesos, no mantras inmediatos. Ceder es ganar un poco.
Igualmente, el presidente Petro, debe tener claro que se deben producir hechos políticos en las regiones, en cuanto a resultados electorales en los territorios, el próximo 29 de octubre.
Como presidente debe tomar el mando de su partido de gobierno: El Pacto Histórico.
Una voz del presidente Petro llamando al orden y a la unidad al interior del Pacto, buscando
profundizar acuerdos a su interior y más allá, en el Frente Amplio, será la ruta más expedita para garantizar el triunfo y producir cambios en las regiones.
(*) Magister en Ciencias Políticas
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