martes, septiembre 10, 2024

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Covid-19 y desplome de la economía Colombiana

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Si hay algo tan desolador como los daños sanitarios provocados por la presencia del coronavirus en nuestra nación, es la descomunal caída de la económica nacional con sus consabidos impactos sociales y productivos.

De acuerdo con el Dane, el Banco de la Republica y los organismos multilaterales (FMI, Cepal y BID), el Producto Interno Bruto Colombiano cayo durante el año 2020 casi un 7% lo que en plata blanca bien pueden ser casi 80 billones de pesos.

Es la peor contracción desde el año de 1975. Ni siquiera la crisis de 1999, que significo una debacle en todo el sistema social, económico y político nacional.

La caída del PIB el año anterior se focalizo en tres sectores. Primero el comercio que retrocedió más del 15%, por causa de los repetidos confinamientos en los principales centros urbanos que llevaron a la quiebra de una enorme cantidad de locales comerciales como restaurantes, ferreterías, almacenes de textiles y otros.

Después esta la minería, con su peor año desde 1976, que cayó en la producción y exportación carbonera al igual que la del petróleo. Empresas como Prodeco que explota y comercializa el carbón del Cesar, se declararon en quiebra y abandonaron el país. En las mismas debe estar la Drumond, por lo demás responsable de aberrantes situaciones de vulneración a los derechos humanos con el asesinatos y despojo de campesinos en el Distrito Minero del Cesar y de lideres sindicales del sector carbonero.

El tercer sector mas golpeado por la crisis económica asociada con la pandemia es el de la construcción que cayo en un asombroso 27%, cifra que esta vinculada con la parálisis de obras de construcción de vivienda en estratos medios y edificaciones no residenciales.

Importa resaltar que la inversión se contrajo 21.2%, especialmente en el flujo de capitales internacionales.

Según el Dane, algunos sectores sobrellevaron la crisis sanitaria con cierto grado de holgura como la agricultura, gracias a la demanda de alimentos, la banca que sigue de fiesta en pleno apocalipsis, las inmobiliarias que no paran de especular y el campo de los servicios sociales como la seguridad gestionada por políticas y militares y la salud, convertida en el negocio mas descarado en plena pandemia por parte de las tenebrosas EPS que son las que han sacado el mayor partido en la coyuntura.

Obviamente las consecuencias han sido demoledoras para la mayoría de la población que padece la pobreza, la exclusión social y la desigualdad por el bloqueo que impide su acceso a los derechos fundamentales.

El desempleo esta en cifras siderales, el hambre es generalizada, la violencia urbana sigue rampante, la ingobernabilidad es evidente en la gestión del Estado en todos sus niveles. Prueba de esto último es la generalización de la corrupción en las administraciones municipales, departamentales y en los organismos centrales supuestamente encargados de atender los daños de la pandemia, que al día de hoy afecta a millones de personas y ha cegado la vida de mas de 60 mil colombianos.

Adicionalmente, al amparo de la pandemia el régimen uribista de Ivan Duque ha instaurado un sistema de control autoritario sobre la población. Nos han montado una dominación biópolítica con todas las lacras del autoritarismo, la manipulación fascista de los medios de comunicación y la imposición de una sociedad disciplinaria del control para impedir la emergencia de la inconformidad popular. Es un régimen con una amplia cascada de decretos liberticidas (Decretos de Emergencia) y una abierta campaña policial que ha significado masacres, como las del 8 y 9 de noviembre y Bosa, a lo que es preciso agregar el desmadre de los piquetes policiales contra la indefensa población civil y la ciudadanía.

Aun así, el movimiento social ha construido importantes espacios para resistir y demandar el reconocimiento de los derechos, como está ocurriendo a propósito del oscuro plan de vacunación que presenta grandes vacíos en su implementación, lo que hace que Colombia este entre los peores con los programas de vacunación.

En nuestro caso particular es necesario que las comunidades de Armenia y el Quindío demanden claridad y transparencia en los planes de vacunación, dando prioridad a la población más vulnerable. Esperemos que así sea, para lo cual es mejor estar alertas y ojo avizor con el fin de evitar las malas conductas tal como se presentaron el año anterior con el flamante alcalde de Armenia, ahora en plan de silenciar el proceso de su necesaria revocatoria.

Por: Horacio Duque. 

Fotografía: www.copmadrid.org

 

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