Por: José Gustavo Hernández Castaño (*)
Gene Sharp, quien teorizó ampliamente sobre la resistencia no violenta, identificó diversas estrategias para debilitar regímenes opresores. Sin embargo, sus métodos han sido reinterpretados y aplicados en contextos democráticos como parte de una agenda para minar a gobiernos que no representan los intereses del establishment.
En el escenario político contemporáneo de América Latina, la noción de «golpe blando» ha ganado relevancia como una forma sofisticada y no violenta de desestabilización política. Lejos de los tradicionales golpes de Estado militares, los golpes blandos operan dentro de los márgenes de la legalidad y la institucionalidad, utilizando tácticas como la judicialización de la política, la manipulación mediática y el bloqueo legislativo para erosionar la legitimidad de un gobierno electo democráticamente. En este sentido, resulta crucial preguntarse: ¿estamos viendo en Colombia el inicio de un proceso similar contra el gobierno de Gustavo Petro?
El ascenso del Pacto Histórico y la expectativa de cambio
La llegada de Gustavo Petro a la presidencia en 2022, al frente de la coalición del Pacto Histórico, representó un hito en la historia política de Colombia. Por primera vez, un líder de izquierda progresista alcanzaba la presidencia en un país que ha estado dominado durante décadas por fuerzas políticas conservadoras y neoliberales. Petro se presentó con una agenda ambiciosa de cambio, orientada a la justicia social, la transición energética, la reforma agraria y la inclusión de sectores históricamente marginados.
Sin embargo, la capacidad del gobierno para llevar adelante estas transformaciones se ha visto comprometida por una serie de factores que, sumados, plantean el riesgo de un golpe blando en curso. Las dificultades del gobierno no solo se deben a los retos inherentes de gobernar un país tan complejo como Colombia, sino también a la acción deliberada de actores que buscan bloquear sus reformas, deslegitimar su gestión y eventualmente precipitar su caída. Estos actores, tanto internos como externos, incluyen sectores del Congreso, los grandes medios de comunicación y hasta facciones dentro del propio Pacto Histórico.
¿Incapacidad o estrategia de deslegitimación?
Una de las preguntas más importantes en este contexto es si el gobierno de Petro está fallando por su propia incapacidad o si está siendo víctima de una estrategia de desestabilización. La gestión de Petro, como la de cualquier otro gobierno, ha cometido errores, ha hecho manifiestas ciertas incapacidades, pero en muchos casos, estos errores, han sido amplificados por los medios de comunicación y presentados como signos de una crisis más profunda de gobernabilidad.
Los grandes medios de comunicación, mayoritariamente en manos de élites tradicionales, han sido críticos constantes del gobierno desde su llegada al poder. Se ha utilizado un discurso de crisis permanente, con titulares que exacerban los errores y minimizan los logros, construyendo una narrativa que presenta al gobierno como incompetente y caótico. En este sentido, los medios de comunicación actúan como un actor político, no solo informando, sino modelando activamente la percepción pública del gobierno.
Esto se alinea con las teorías de autores como el investigador argentino, Hernán Ouviña, quien describe cómo los medios de comunicación juegan un papel crucial en los golpes blandos al proyectar una narrativa de crisis y deslegitimación que mina la estabilidad política. En Colombia, este fenómeno es evidente en la forma en que cada error o dificultad del gobierno de Petro es amplificado y presentado como un síntoma de una crisis mayor, aunque estos problemas podrían resolverse con un margen razonable de maniobra política.
El bloqueo legislativo: ¿Una táctica de desgaste?
Otra característica de los golpes blandos es el uso del Congreso como herramienta de obstrucción. El gobierno de Petro inició su mandato con acuerdos legislativos sólidos que le permitieron avanzar en algunas de sus reformas iniciales. Sin embargo, esos acuerdos se desmoronaron rápidamente, y el Congreso se ha convertido en un campo de batalla donde la oposición ha logrado bloquear gran parte de las reformas propuestas. Reformas clave como salud y otras, han sido frenadas o diluidas.
Este fenómeno de bloqueo legislativo ha sido identificado por el periodista y politólogo Uruguayo, Raúl Zibechi, como una de las tácticas más comunes en los golpes blandos. En lugar de recurrir a la violencia o a la toma del poder por la fuerza, se paraliza al gobierno desde dentro, utilizando los mecanismos legales para obstruir su capacidad de acción. En el caso colombiano, los partidos de la oposición han utilizado el Congreso para frenar las reformas del gobierno y, al hacerlo, generar una percepción de que el gobierno es incapaz de cumplir con sus promesas de campaña.
El papel del Pacto Histórico: Fragmentación y pugnas internas
El Pacto Histórico, la coalición que llevó a Petro al poder, ha sido tanto una bendición como una maldición. La diversidad de fuerzas progresistas, movimientos sociales y partidos que conforman la coalición fue esencial para ganar las elecciones, pero esta misma pluralidad se ha convertido en una fuente de fragmentación interna y pugnas por el liderazgo.
Desde el comienzo del gobierno, se ha hecho evidente que los diferentes sectores del Pacto Histórico no siempre están alineados en cuanto a la estrategia y las prioridades del gobierno. En muchas ocasiones, los líderes de la coalición han tenido posturas divergentes sobre temas clave, lo que ha generado una imagen de desorganización y ha debilitado la capacidad del gobierno para actuar de manera coherente. Esto, a su vez, ha sido explotado por la oposición, que ha utilizado estas divisiones internas como un arma para bloquear las iniciativas del gobierno.
La falta de coherencia política dentro del Pacto Histórico también ha facilitado el trabajo de la oposición, que ha sido mucho más efectiva en articular una estrategia unificada de obstrucción. Mientras el gobierno lucha por mantener su coalición unida, los partidos tradicionales y las fuerzas conservadoras han utilizado su unidad de propósito para bloquear sistemáticamente las reformas. Este escenario no es solo un problema interno del gobierno, sino que también puede interpretarse como una táctica de desestabilización en el marco de un golpe blando.
¿Un golpe blando en curso?
Aunque el concepto de golpe blando no se ajusta perfectamente a la realidad colombiana, es evidente que muchos de los elementos que lo definen están presentes en la coyuntura actual. La combinación de un bloqueo legislativo, una cobertura mediática adversa y la fragmentación interna del Pacto Histórico ha creado un entorno propicio para la desestabilización del gobierno de Petro.
Autores como el politólogo y sociólogo argentino, Atilio Borón, han advertido sobre cómo las élites tradicionales y los actores internacionales utilizan estas tácticas de manera coordinada para evitar que los gobiernos progresistas consoliden su poder. En este sentido, la situación en Colombia podría estar siguiendo un patrón similar al de otros países de la región, como Brasil o Bolivia, donde gobiernos democráticamente electos fueron debilitados y finalmente depuestos no por un golpe militar, sino por un proceso de erosión lenta y deliberada de su capacidad para gobernar.
¿Qué está en juego?
Lo que está en juego en Colombia no es solo la viabilidad del gobierno de Petro, sino el futuro de la democracia en el país. Si los sectores opositores logran su objetivo de bloquear las reformas y deslegitimar al gobierno, no solo se estará impidiendo la implementación de políticas de justicia social, sino que se estará sentando un precedente peligroso para el futuro. Un golpe blando no solo desestabiliza a un gobierno, sino que socava la confianza en las instituciones democráticas y en la capacidad de las fuerzas políticas alternativas para gobernar.
A manera de conclusión, situación en Colombia es compleja, pero no puede ser vista únicamente como un problema de ineficiencia o incapacidad del gobierno de Petro. Los factores externos —medios de comunicación, el Congreso y la oposición política— están jugando un papel clave en la desestabilización del gobierno, en lo que podría interpretarse como un proceso de golpe blando. Si la ciudadanía no es consciente de esta estrategia y no se moviliza para defender el proceso democrático, Colombia podría estar encaminándose hacia una crisis política de mayor envergadura.
Preguntas para la reflexión:
¿Hasta qué punto las dificultades del gobierno de Petro son causadas por la propia fragmentación interna del Pacto Histórico, y hasta qué punto son producto de una estrategia deliberada de desestabilización?
¿Cómo influye el papel de los medios de comunicación en la construcción de una narrativa de crisis que refuerza la percepción de incapacidad del gobierno?
¿Qué implicaciones tendría para la democracia colombiana si el gobierno de Petro fracasa no por falta de apoyo popular, sino por el bloqueo de las instituciones y la deslegitimación mediática?
Bibliografía
- Borón, (2015). América Latina en la Geopolítica del Imperialismo. Buenos Aires: Ediciones Luxemburg.
- Ouviña, Hernán. (2016). “Medios y Poder en los Golpes Blandos en América Latina”. Telesur.
- Sharp, Gene. (1993). De la dictadura a la democracia: Un sistema conceptual para la liberación. The Albert Einstein Institution.
- Zibechi, Raúl. (2017). Golpes Blandos: Una Nueva Estrategia Imperial. Montevideo: Nordan.
(*) Magister en Ciencias Políticas
E-mail: gerencia@bambucomunicaciones.com