Por: José Gustavo Hernández Castaño (*)
Rodrigo Ponce de León, en su columna de la Revista Sur del día 20 de mayo de 2.024, titulada: “Juan Torres: “Las derechas, en esta época neoliberal, se han hecho revolucionarias. Las izquierdas han dejado de soñar (sic), cita a Juan Torres, profesor y académico de la Universidad de Málaga, autor del libro “para que haya futuro”, para recabar sobre una idea que ha venido en progreso; aquella de mantener el sueño, la esperanza, por convicción científica y no por simple deseo.
Al respecto escribe: (…) “Sí, tengo esperanza. Si no tuviera esperanza no hubiera escrito este libro. Primero, tengo convicción de que los seres humanos pueden cambiar el mundo, pese el poder tan extraordinario y tan criminal que han acumulado unos pocos enfermos que están dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de mantener sus privilegios, hasta destruir la humanidad. Hay que mantener la esperanza porque si no el futuro que tengo que contemplar para mis hijos y mis nietos es desolador. Hay que hacer una llamada a la esperanza, no ya por deseo, sino por convicción científica.” (…)
Otra idea sobre la que trabaja el autor, que se ha hecho presente en los gobiernos progresistas o de izquierda, es la de los cambios. Iterativo en decir y reconocer que hay claridad, de las izquierdas, en el qué se debe cambiar; en lo que no hay claridad es, cómo hacerlo.
En una de las partes referidas a esta problemática, manifiesta: (…)” De ahí se deriva la incapacidad de las izquierdas para articular mayorías sociales amplias. Así no solo es imposible transformar la realidad, es imposible frenar al neoliberalismo o a las derechas.” (…)
En varios artículos he insistido, como soñador, en la necesidad del viraje o cambio de rumbo del gobierno Petro; para lo cual he traído varios momentos y varias verdades de apuño, como las siguientes: la primera, fue elegido por un poco más de la mitad de los ciudadanos que salieron a votar, para tramitar los cambios prometidos en campaña; la segunda, no tiene mayorías en el congreso; la tercera, si no las tiene, es apenas obvio que tiene que construirlas, para tramitar las reformas. Una cuarta, las mayorías las construye con otros partidos mediante acuerdos de gobernabilidad, no mediante el cabildeo del día a día; la quinta, las encuestas de opinión registran un 65% de opinión desfavorable, es decir, un serio desgaste del gobierno.
En los gobiernos como en las competencias deportivas, no importa tanto cómo empiezan, si no cómo terminan, para entender que son los resultados los que cuentan. Los resultados hablan por sí solos.
Este, el gobierno del cambio, tiene algunos, pero distante de los que se esperaban. Ya va por la mitad del periodo y, cada día que pasa, no paran las sorpresas con nuevos escándalos. Pareciera que el cambio está ahí, en las sorpresas del cada día, porque los cambios de fondo, los sustanciales no aparecen y, cuando quieren aparecer, o no se le dan, o no se los aprueban.
Repitiendo lo que dice Fernando Dorado en otra columna de la Revista Sur del 20 de mayo, por más que uno quiera defender su gestión, los hechos muestran una realidad alarmante y preocupante: (…)” Algo grave ocurre con el gobierno de Petro. Por más que uno quiera defender su gestión, los hechos muestran una realidad alarmante y preocupante. Desde un principio planteamos que no se observaba una visión estratégica que le permitiera acumular fuerza social y política para concretar los cambios propuestos. No obstante, confiábamos que con el transcurrir del tiempo se irían haciendo los ajustes y las correcciones del caso. No ha ocurrido así. Todo lo contrario. Su base social no ha crecido y su fuerza política se ha debilitado con el paso del tiempo.” (…)
Las incertidumbres en el trámite de las reformas en este gobierno no dan tranquilidad ni al país, ni al gobierno mismo. Un día el Congreso le niega la reforma a la salud; otro, para darle contentillo, le aprueban la reforma pensional, con mermelada incluida y a elevados costos.
Mientras tanto están pendientes de aclararse varios escándalos: los maletines y el robo en la casa de la Sarabia y el uso del polígrafo en el palacio de Nariño: el retiro de Benedetti de la embajada en Venezuela, su chantaje, y posterior nombramiento como embajador en la FAO; los escándalos en la UNGRD: uno, el de los carrotanques, otro, el de los jarillones en la mojana y otros más. El del Fondo de prestaciones del magisterio, FOMAG; el de los contratos de la FIDUPREVISORA y la salud de los maestros, presentado como el modelo de Salud a desarrollar en este gobierno, por el “mesurado, apacible, sereno y tranquilo”, ministro de Salud, funcionario que, su principal fuerza argumental es el grito.
Mucho me temo que si el presidente Petro, no corrige el rumbo, lo que va es allanar el camino y entapetar el retorno a la casa de Nariño de una nueva derecha fortalecida.
(*) Magister en Ciencias Políticas
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