Esta casa grande, heredada de nuestros antepasados, que hoy se llama Quindío, merece tener mejores liderazgos y mejores gobernantes.
Las elecciones de octubre del presente año debe ser el inicio de la construcción de una nueva realidad política y el surgimiento de nuevos líderes y nuevas gobernanzas que empiecen el proceso de materialización de una esperanza y un sueño abrazado por años: enterrar el monstruo de la corrupción que se entronizó en todos los despachos oficiales.
La corrupción es un monstruo de mil cabezas; Luz Piedad lo fue en su momento; hoy es otro el monstruo que se alimenta del robo de los recursos públicos; recursos que en lugar de irse a los bolsillos de los “totos” deben orientarse a la solución de todas las problemáticas que aquejan al departamento: crisis alimentaria, crisis del agua, crisis ambiental, crisis de movilidad, crisis en la salud, crisis en la educación, crisis mental, microtráfico, inseguridad, servicios públicos por las nubes, etc.
Se debe superar el ingenuo optimismo que a veces hace pensar que el cambio sobreviene, por un optimismo que entienda que los cambios hay que construirlos. Y, para empezar, hay que cambiar la actitud del voluntarismo ciego, por un trabajo racional y colectivo que ayude a superar los individualismos que estimulan la dispersión, si se quiere superar incontables obstáculos colocando como prioridad las soluciones de esas múltiples problemáticas en la dirección de alcanzar los sueños.
Ese optimismo se tiene que ir llenando de acciones concretas, y esas acciones concretas deben empezar a materializarse en los resultados electorales del próximo 23 de octubre.
Se requiere un verdadero tsunami electoral el próximo 23 de octubre, que destape las cloacas de la corruptela y a sus encopetados agentes, que nos permita desactivar la orgía de la trampa en una convivencia incestuosa del sector público y el privado.
Los vividores y ”echa cuentos”, de siempre, reunidos en la alianza por el Quindío, ya empiezan a dar cátedra a los actuales candidatos y futuros gobernantes, visualizando los 18 proyectos incluidos en el plan plurianual de inversiones del Plan Nacional de Desarrollo 2.022 – 2.026 “Colombia Potencia Mundial de la Vida”.
Por un lado, en privado (a veces en público) hacen oposición al gobierno de Petro; estimulan y participan de la teoría del “golpe blando” y de defenestrar al presidente, aupados por militares retirados, ejecutando la misma partitura de “libertad y orden” puesta a sonar en la reunión de la Federación Nacional de Gobernadores, dirigida hoy por el inepto Gobernador que tenemos. Y, por el otro, hacen lobby y zalema para congraciarse con el Congreso y las altas esferas del gobierno, buscando, a futuro, ser los direccionadores y ejecutores de los 18 proyectos. Hay que ponerlos en la picota pública, desnudarlos en sus sucias intenciones de mantenerse y perdurar en el poder regional y local.
En campaña electoral, es común escuchar en todos los escenarios: “fulanito (a) de tal” es el candidato (a) del Gobernador o de “TOTO” y del alcalde o alcaldesa del respectivo municipio.
Dos edificios oficiales (Gobernación y alcaldía de Armenia), unidos a otros edificios (CRQ, EPQ, EPA, EMPRESAS DE SERVICIOS PUBLICOS, UNIVERSIDADES Y ENTIDADES GREMIALES), convertidos en directorios políticos, son los componedores y fábricas de candidatos “vendedores de humo”. Dos factorías principales, con sus sucursales, fabricantes de “títeres”, con garganta de ventrílocuo, exhalan humo nauseabundo y olor fétido de la corrupta cloaca, en la que los han convertido.
En la titánica tarea de ahuyentar a los buitres carroñeros de las finanzas públicas, se debe ejecutar una adecuada política de alianzas para estimular la escogencia de candidatos para alcaldía en todos y cada uno de los 12 municipios y a Gobernación del Departamento. Sí se quiere derrotar a los candidatos de estas dos fábricas y producir los cambios, con nuevos alcaldes y nuevos liderazgos, es necesario, unirse alrededor de un solo candidato de consenso. No pueden ser cinco, ni seis, ni ocho, ni más, solo deben ser al máximo tres, y ese tercero debe ser el candidato único de coalición y por consenso de todos los alternativos: Pacto Histórico, Frente amplio, y sectores democráticos y progresistas de otros partidos.
El cambio es posible, pero uniéndose en la intención y en el propósito, en un diálogo que no solo sea encuentro de ideas, sino posibilidad de consensos. Hay que poner fin a la toxica polarización y la dispersión destructiva. La distensión de los ánimos es más que necesaria. Si algo ha perjudicado es ese grado de polarización. Hay que poner por encima el interés Regional, el interés de los armenios y de los Quindianos.
“Algo tiene que morir para que todo se ponga en movimiento”. Si se quiere poner en movimiento al Quindío, hay que derrotar en las urnas a la vieja politiquería que hoy gobierna este territorio.
Por: José Gustavo Hernández Castaño (*)
(*) Magister en Ciencias Políticas
Con respeto pienso que hay que derrotar primero el sectarismo y los paradigmas extremos qué no permiten acuerdos o consensos.