“aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla”, esta frase que se atribuye en primera instancia a Napoleón Bonaparte, también, al filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana, es necesario recordarla en el ejercicio electoral que se avecina para primera y segunda vuelta presidencial.
El triunfo electoral del Pacto Histórico (PH) en las elecciones de congreso, con 22 escaños (sumados dos senadores por la circunscripción indígena), la mayor bancada del senado, y, los cerca de seis millones de votos en la consulta que definió a Gustavo Petro como su candidato presidencial, el pasado 13 de marzo, no puede obnubilar, ni hacer perder la capacidad de negociación y de alianzas con otros sectores políticos (diferentes), con miras a posibilitar el triunfo en primera o segunda vuelta.
De mantenerse los ocho candidatos en primera vuelta, no será fácil que, uno de ellos, resulte ganador con el 50% más un voto. Sin embargo, todo puede pasar, renuncias y adhesiones, negociaciones, como viene ocurriendo con varios partidos, sin candidato propio como los partidos Cambio Radical, Conservador, de la U y grupos cristianos, los que por su cercanía ideológica (centro-derecha) y por sus prácticas de poder están buscando su propia orilla, la orilla de Fico Gutiérrez, el gallo tapado del Centro Democrático.
Es claro que, de los ocho candidatos, solo dos, pasarán a segunda vuelta. Por los niveles de exposición en los medios, y los movimientos de los candidatos, dos (Petro y Fico) se perfilan buscando ganar en primera, o en el peor de los casos quedar muy cerca de ganar en segunda. En estos dos meses que faltan (primera vuelta), serán muchos los acercamientos y muchos los procesos de negociación, en términos de gobernabilidad, con partidos políticos y candidatos con menores posibilidades de llegar.
El Partido liberal (centro) parece que no tomará posición (oficialmente), en primera vuelta; mantendrá una postura de indefiniciones, jugará a la neutralidad dejando en libertad a sus directivos regionales y a sus congresistas. Su electorado es de tendencia centrista, mientras que, buena parte de su dirigencia regional y sus congresistas son de tendencia derechista, parece un contra sentido, pero es así; por lo demás, son expertos negociantes de la política, saben de sobra que, en la actual coyuntura, el liberalismo será clave en la tensión entre las fuerzas de centroizquierda y centroderecha, pues, sacaron más de dos millones de votos en las elecciones de Congreso.
La coalición Centro Esperanza, hasta primera vuelta se mantendrá (relativamente) unida alrededor de su candidato Fajardo. De no pasar a segunda vuelta, no está claro si se mantendrán cohesionados, o, cada uno por su lado, definirá a cuál candidato acompañará. En público han tomado distancia de Fico y de Petro, pero, ya en segunda vuelta está por verse hacia donde girarán, Fajardo y su movimiento, el Nuevo Liberalismo de los Galán, el movimiento de Alejandro Gaviria, el partido Dignidad de Robledo, y Los Verdes de Claudia López y Angélica Lozano, y los de Carlos Amaya. Obtuvieron en la consulta, como bloque de coalición, más de dos millones de votos, nada despreciables para el candidato que decidan respaldar. Igual situación ocurrirá con los otros candidatos que no pasen a segunda vuelta (Ingrid, Gómez, Rodolfo, Pérez, Milton). Su postura va a influir, de alguna manera, en la toma de decisión de los electores que los acompañaron, en primera.
La decisión de Petro de escoger a Francia Márquez, como su fórmula vicepresidencial, sin lugar a equívocos, atraerá una cauda electoral radical (ambientalistas, animalistas, grupos étnicos y afrodescendientes) ubicada a la izquierda del espectro político. Esta fórmula limitará su crecimiento por fuera del Pacto Histórico, pero no, hasta el extremo de inmovilizarse; suena poco atractiva para el centro y la centro-derecha; sin embargo, saben que esta franja de electores es susceptible de influir y cautivar; conocen también que, hay que acercar al centro, no pueden radicalizarse hacia la izquierda, alejando posibilidades de producir alianzas con sectores políticos diferentes en su pensar y en su actuar; no podrán reforzar los miedos de los gremios y del empresariado; su mensaje, sin perder coherencia, debe ser tranquilizador para el Establecimiento.
Los equipos de las dos campañas más opcionadas, se la tienen que jugar a fondo en los acercamientos y en la capacidad de negociación con otras vertientes, otros candidatos y otros partidos. En lo que respecta al P.H. Petro, tiene más experiencia en estas lides que su fórmula vicepresidencial, más diestra en la movilización y la lucha social y un poco inexperta en estos asuntos político-electorales, sobre todo en lo que tiene que ver con la negociación en términos de poder y de gobernabilidad.
Para inclinar el fiel de la balanza, en segunda vuelta, serán definitivos los más de dos millones de votos de la coalición Centro Esperanza, los más de dos millones de votos del partido Liberal, los votos de los otros candidatos en primera vuelta, los votos de los electores que lo hacen en blanco y los que no marcan la tarjeta electoral.
No hay que olvidar que las elecciones se ganan es con votos y, en esta coyuntura de la campaña, hay que ceder para ganar, no en principios, pero si en tácticas y estrategias. Hay que reforzar el voto duro (del PH) y conquistar el voto blando, el voto de opinión, independiente, libre, autónomo, el voto de los ciudadanos que están ubicados en otras franjas del electorado, también el voto que movilizan otros candidatos y el voto maquinaria de las estructuras, propiciando acuerdos con la oficialidad de la institucionalidad partidaria. En este manejo va a primar el lenguaje del discurso, el manejo adecuado de las ideas y de los temas de campaña. Ahí se va a poner a toda prueba el talante y la virtud del candidato con su fórmula vicepresidencial.
Petro y su equipo de campaña deben saber que, tres cosas no regresan: la flecha lanzada, la palabra dicha, la oportunidad perdida. Esta oportunidad, la del Pacto Histórico, la de Petro Presidente, no se puede desperdiciar; para ello es necesario actuar con tesón, con verraquera, pero, también con amplitud, con grandeza, con humildad. Se debe recordar lo sucedido en 2.018, se radicalizó tanto el discurso que alejó todas las posibilidades de acercamiento con otros candidatos, con otras tendencias de opinión y, con otros partidos; no hay que olvidar que, “Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla”.
Por: José Gustavo Hernández Castaño (*)
(*) Magister en Ciencias Políticas y Asesor en direccionamiento estratégico de campañas
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