El concepto “poder”, es relativo, dependiendo de la perspectiva desde dónde sea abordado. Como sustantivo significa una cosa, y como verbo, otra bien diferente. También, desde las diversas escuelas de pensamiento se asumen significados diversos.
Desde la perspectiva clásica, liberal, (sustantivada) es el ejercicio de la fuerza legítima que, mediante leyes coactivas, a través del Estado, se encasilla el accionar de los ciudadanos. Desde una perspectiva más crítica, marxista, esas leyes, ese Estado, son herramientas de clase para el beneficio de particulares, o de una clase social, sobre otra, en una sociedad determinada. Desde ambas perspectivas el poder es jerárquico, se hereda, se transmite, se impone de arriba hacia abajo, de una clase sobre otra; del Estado sobre los súbditos, los ciudadanos.
Ahora bien, desde el concepto de Foucault, el poder es relacional, en tanto que toda relación de los ciudadanos, es una relación de poder; es asimétrico, pues, en las sociedades desiguales, no hay paridad ni igualdad, entonces las relaciones son asimétricas; es múltiple, se ejerce en todas direcciones, de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba; es móvil e inestable, ya que en las sociedades desiguales se da una lucha constante de alianzas, estrategias, demostrativas del poder; es intencional, busca determinados fines, particulares y específicos objetivos; es omnipresente, está en todas partes; igualmente, donde haya poder se generarán resistencias, como contratacaras del otro poder; el poder es una lucha constante, no se detenta, no se hereda, se ejerce.
El poder produce seres humanos sujetos, o sujetados, alienados o enajenados a una ideología, a un poder de clase, o a una decisión propia del mismo sujeto, en un continuo devenir, es decir, en un caer y un salir, un volver a caer, y un volver a salir…
Desde Foucault, el conocido pensador del “poder” del siglo XX, aborda este concepto en varios de sus libros, entre otros, “la voluntad de saber”, “vigilar y castigar”, “la verdad y las formas jurídicas”, “la microfísica del poder”, cuestionando la idea de un ser humano cerrado por naturaleza. Para Foucault, el ser humano, como el poder, son constructos que devienen.
Desde la perspectiva de la libertad, el ser humano es capaz, de actuar, de hacerse sentir, de asumir riesgos, de tomar decisiones; es dueño de su voluntad, es dueño de sí, no le pertenece a nadie. Es decir, tiene un poder, que lo ejerce en la medida en que actúa, por voluntad propia, haciendo uso de su libertad. Y, en ese actuar, lo hace como ser político, decide por su propia voluntad y en ejercicio pleno de ella, hace uso del poder que lleva intrínseco, que no se ve, pero que se hace sentir.
Este poder que no se ve, es el más eficiente, se hace reconocer como capaz de tomar decisiones libres, autónomas, no enajenadas a ningún poder que venga de afuera. Es ahí donde el sujeto demuestra su capacidad para ejercer el verdadero poder que tiene como tal, como ciudadano.
En una democracia electoral, como la nuestra, el voto debe actuar como el verdadero poder de los ciudadanos, siempre y cuando se ejerza libre de ataduras, de miedos, de ideologismos, de dogmatismos, de imposiciones.
En las próximas elecciones, los ciudadanos libres, si deciden actuar como tales, y ejercen el PODER CIUDADANO, votando por los candidatos de sus preferencias, los que le señala su conciencia, y no, por los que les impone la maquinaria, la dádiva o el miedo, podrán impedir que los líderes corruptos sigan utilizando los despachos oficiales como maquinarias electorales, como verdaderos directorios políticos, desde la gobernación y la Alcaldía, en favor de sus candidatos, para perpetrar el saqueo de los dineros públicos, en todas las esferas del Estado.
Quindianos, si queremos derrotar la corrupción, y a los corruptos, con el mismo valor como lo han venido denunciando en las redes, algunos ciudadanos que trabajan en Gobernación y Alcaldía, a quienes vienen presionando para conseguir votos por la candidata del Gobernador y por la lista cerrada de Cambio Radical, en la alcaldía de Armenia, el próximo 13 de marzo, que se haga sentir el poder ciudadano, a través del voto libre, independiente y autónomo.
Ni un voto por la corrupción y los corruptos. Hay que castigarlos.
Por: José Gustavo Hernández Castaño
Magister en Ciencias Políticas