Lo primero que debo señalar es que el ejercicio político y sobre todo el electoral, no puede ser producto del azar. Lo anterior quiere decir que los partidos, los dirigentes, o candidatos, que tengan vocación de poder (para alcanzarlo o mantenerlo), deben entender que todos sus actos son el resultado de un ejercicio bien planificado, en el cual operan los más altos niveles de racionalidad y se usan todas las armas posibles (conjunto de tácticas y estrategias) que sean necesarias, adecuadas y oportunas utilizar.
No es, pues, el ejercicio electoral una práctica sin ton ni son, en la cual se hacen solo contactos, reuniones, publicidad, etc. Ni un ejercicio que al final se espera cualquier resultado; no es simplemente activismo, es, por el contrario, una acción racional que se planifica con metas claras, objetivos bien definidos, momentos y circunstancias que se prevén y otras que se deben sortear bien y adecuadamente, cuando sobrevengan. Es decir, se debe tener un horizonte claro y un rumbo preciso.
Próximos a elegir Representantes a la Cámara por el Quindío, el primer elemento a analizar, es el umbral. Cada partido debe identificar cuál podría ser el umbral que se debe superar en las elecciones del 2.022. Identificado el umbral, cuáles podrían ser los candidatos que aporten los votos necesarios para alcanzarlo y superarlo. Configurada la lista que se prevé hará el umbral, se desata una ágil, fuerte y permanente competencia entre sus candidatos y una mayor contundencia en la competencia con los otros partidos y los otros candidatos.
Ahora bien, para conocer cuál puede ser el umbral en las próximas elecciones de Congreso, es necesario recabar sobre los niveles de participación electoral y el total de votos válidos que puedan presentarse.
En escrito anterior sostuve que la participación electoral en las elecciones de Congreso en el presente siglo, 2.002 al 2.018 ha oscilado entre el 48% y el 52%.
Y, ¿qué se entiende por participación electoral? Del conjunto de ciudadanos habilitados para votar, es el número, o porcentaje (%) de ciudadanos que, en cada elección, sale a depositar su voto. Unos lo hacen por determinados partidos, o determinados candidatos, otros, votan en blanco, otros más, sencillamente cogen el tarjetón y no marcan ningún partido ni ningún candidato, depositan en la urna el voto tal cual se lo entregan los jurados, es lo que se conoce como tarjeta no marcada, y finalmente otra franja, el de los votos nulos, es decir, la de los ciudadanos que lo hacen mal, bien por que marcan varios partidos, o varios candidatos.
Para efectos del umbral, la ley determinó que solo se tienen en cuenta los votos válidos.
Y, ¿qué son los votos válidos? La misma ley dijo que son la suma de los votos depositados por los candidatos y por los partidos, más los votos blancos.
Por los resultados de las elecciones precedentes, los votos válidos, representan entre el 80% y el 85% del total de los votos depositados.
De lo anterior se puede colegir que, si el censo electoral que se proyecta va a ser aproximadamente de 498.500 ciudadanos habilitados para votar en el 2022, se puede prever que, si la participación electoral es del 48%, y los votos válidos están alrededor del 80% de los votos depositados, entonces esos votos válidos estarían alrededor de 191.424. En consecuencia, el umbral sería de 31.904. y, si los votos válidos rondan el 85 % de los depositados, sería de 203.388 votos, aproximadamente; el umbral sería de 33.898; y así, sucesivamente, si se incrementa al 50% o 52% los niveles de participación, crecerá el número de votos válidos, y, por ende, se incrementará el umbral.
En resumen, dependiendo de los porcentajes de participación, y del nivel de votos válidos, entonces, el umbral en las próximas elecciones, podría oscilar entre 32.000 y 36.500 votos.
Por: José Gustavo Hernández Castaño
Magister en Ciencias Políticas