Abril lluvias mil.
Al retroceder en el tiempo, quizá a nuestra infancia, recordamos los dichos y costumbres
de nuestros abuelos, en el mes de Enero determinaban como se comportaría el clima con
los primeros días del año, era una linda costumbre escucharlos, si llovía el primer día así
iba a ser casi todo Enero o si por el contrario el sol brillaba entonces Enero sería veranito
y así sucesivamente día tras día para convertirse nuestros abuelos en expertos
meteorólogos, con las llamadas castañuelas al cierre de las fiestas decembrinas.
El Coronel no tiene quien le escriba, obra corta pero espléndida de nuestro premio Nobel,
relata en una de sus bellas páginas las lluvias en el mes de octubre y me gustaba leerlo
mientras en las mañanas el sol calentaba mi jardín, porque fijo en la tarde llovía.
Sabíamos los meses exactos de lluvia. En este maravilloso paraíso que es el Quindío
podíamos hacer con palos y papel reciclado las cometas para el mes de agosto,
asociábamos vacaciones de mitad de año del colegio, con el cálido verano y los vientos
que despejaban el verde de las montañas.
Siempre ha llovido en nuestra tierra, tierra bendita, gracias a su geografía y los vientos del
Sur del Continente que se desplazan por el pacífico, tierra bañada de nacimientos,
riachuelos, quebradas, ríos, arroyos, humedales ricos en vegetación y diversidad de
animalitos e insectos. Nuestros pueblitos tenían quebraditas, hace 35 años no eran las
más limpias, pero las disfrutábamos, pasábamos por el puentecito y nos deteníamos a ver
caer el agua en las piedras, mientras la viudita de torrente se bañaba en esas aguas.
Por la calle de mi casa era el desfile de personas conocidas, Calarqueños, que se
desplazaban al río Santo Domingo, Puente Rojo, los Chorros o a Matusalén a jugar fútbol
y a bañarse en el río.
También era el desfile de volquetas que extraían arena y piedra del
río Santo Domingo hoy completamente alterado. Los Tiempos cambian y muchos
extrañamos el contacto con la naturaleza, las acciones humanas han desdibujado la
buena vida en estas tierras, la presencia de extraños y mala planificación empuja a
nuestro departamento hacia una crisis ambiental lamentable. Sufrimos lo que antes nunca
se había visto Armenia con inundaciones en el centro y gracias a nuestros terrenos tan
quebrados otros municipios evitan dicha situación, pero sus techos se caen por los
vendavales, los deslizamientos en vías y en laderas que antes las sostenían los árboles y
hoy guaduas con tejas, los cultivos se afectan y en el campo se aguanta hambre, nuestros
niños quieren huir del campo, no hay agua y la que llega del comité de cafeteros no apta
para consumo humano llega enlodada.
La lluvia siempre nos ha acompañado, no nos faltó el agua, pero de manera natural, lo
que esta pasando es atípico, hemos alterado el tiempo, el tiempo del disfrute natural y el
tiempo al que siempre nos hemos referido como clima ha cambiado de manera drástica.
Al mencionar aguacero, tormenta, torrencial, vendaval o inundación entre otros, decimos
“es el cambio climático”, generalizamos el mal; ya que es una situación a nivel mundial, es
verdad, al elevarse la temperatura, se evapora el agua, aumentando las precipitaciones.
Pero en realidad, ¿qué estamos haciendo? Consintiendo, permitiendo; al entregar nuestro
territorio, al ver empresas foráneas invadiendo nuestro campo, las concentraciones de
turistas, así como la mala planificación de politiqueros, que destruyen nuestros ecosistemas y mientras ellos devoran tierras y naturaleza nosotros nos quejamos, porque llueve mucho.
“Los tiempos cambian, porque nosotros nos olvidamos de los viejos tiempos, del respeto
por nuestro entorno”.
No todo es malo, ahora tenemos una gran oportunidad, y es la organización a partir de
redes sociales, la organización de grupos que cubren diferentes frentes ambientales en
proteger, como en brindar un mejor futuro a través de actividades de educación ambiental
y agroecología, todo en torno a la defensa del territorio. Sumémonos a estas
organizaciones y no restemos cruzados de brazos, criticando desde el balcón, porque el
tiempo sigue cambiando y a todos nos afecta.
Amparo Gómez Castellanos
Directora El Humedal
Administradora Ambiental.
Fotografía: Juan José Pachón