Por: José Gustavo Hernández Castaño (*)
Ocho (8) días antes de las elecciones del 29 de octubre del año 2.000, Don Emilio Valencia (“Emilio Carriel”), llama a Mario Londoño Arcila, buscando acercarse a su campaña, desde el parque recreacional “Tayrona”, vía Armenia – Montenegro, donde tenía lugar el acto de cierre de la Campaña de David Barros Vélez, luego de intervenir como figura central y jefe político liberal.
Un comportamiento que, para un ciudadano común y corriente, podría tornarse increíble. Aquí se aplica el dicho que: “el cura predica, pero, no aplica”. Unas cosas dicen en público, otras, bien distintas, hacen en privado. Es la práctica consuetudinaria, habitual, de los políticos.
Increíble que, el máximo dirigente liberal, de la época, mentor del candidato de la clase política, David Barros Vélez, al momento de terminar su intervención en el acto de cierre de campaña de su candidato, estuviera llamando a otro candidato para ofrecerle apoyo. Apoyo que, así fuese en las postrimerías de la campaña y, solamente verbal, se dio en reunión que tuvieran, ese mismo día, Don Emilio y Mario Londoño Arcila.
En la historia política del Departamento, podría atreverme a afirmar, no hubo un dirigente político con la habilidad y la sagacidad política de Don Emilio; ni igual, ni siquiera alguien que le llegara cerca. Siempre quiso estar bien con Dios y con el diablo. Para el caso, quería ganar con cualquiera de las campañas, que él percibiera con posibilidades de ganar. Como buen apostador, no quería perder. Como buen “zorro”, en el lenguaje de los apostadores, sabía que el premio gordo estaba en su candidato (David) y, en las otras, acercándose, podría ganar premios secos.
Había estado con el candidato David, toda la campaña, había sido su mentor, ahora, quería acercarse a Mario Londoño Arcila (MLA), por si ganaba; seguro, también lo hizo con el otro posible ganador, Camilo Cano.
De este hecho de acercamiento de Don Emilio, pude enterarme de manera directa, como también cuando lo hiciera, Alba Stella Buitrago, líder de la ANAPO, uno o dos días después.
A la postre, ganó con Mario Londoño, la gerencia de EPA, en cabeza de Clara Luz Jaramillo, ya vinculada a la campaña de tiempo atrás; igualmente, lograría colocar otros profesionales de sus afectos, en otras dependencias públicas. No logró lo que esperaba, si David hubiese sido el alcalde, pero, algo logró.
El 29 de octubre del año 2.000 Mario Londoño resulta triunfador y se convierte en el primer alcalde de Armenia, del siglo XXI; días después, conformó el equipo de profesionales que dirigirían el empalme.
Acompañado de otros profesionales, Jemay Parra, Clara Luz Jaramillo, Oscar Loaiza, Carlos Alberto Franco, coordinamos este proceso con la administración de Álvaro Patiño Pulido; lo que quedaba de administración pública, pues, la alcaldía del municipio de Armenia había sido descuadernada, en cuanto a administración, en 15 gerencias zonales, ejercidas por Organizaciones No Gubernamentales, de naturaleza privada, a raíz de la implementación del modelo FOREC de la reconstrucción, modelo fuertemente cuestionado por Mario Londoño en la campaña electoral que lo llevaría a la alcaldía.
En una mixtura, convivían lo público y lo privado. Lo público administrando la pobreza, pues, los recursos y el recaudo presupuestal del municipio, se vino al piso, como se vinieron al piso demasiadas edificaciones y empresas. Lo privado, viviendo en la abundancia, por los billonarios recursos (billón y medio de pesos) direccionados por el Gobierno Nacional y ejecutados a través de las Gerencias Zonales. Fueron millonarios los recursos que sirvieron para la reconstrucción, pero, también multimillonarios los recursos que se dilapidaron, se malgastaron, se derrocharon, en el proceso de reconstrucción.
Ninguna empatía, hubo entre la administración saliente y entrante, poco, o ningún acercamiento, tampoco la hubo entre las 15 Gerencias Zonales de la Reconstrucción en Armenia y el nuevo alcalde, elegido, Mario Londoño Arcila. El proceso de empalme, se realizó con muchos sobresaltos. No se hizo entrega oficial del saliente al entrante, las llaves de las oficinas de la alcaldía no fueron entregadas directamente por el alcalde Patiño, sino, dejadas en la recepción del edificio de la Cámara de Comercio.
El despacho del alcalde en el piso 11 de la Cámara de Comercio, las demás dependencias oficiales, dispersas por toda la ciudad, pagando costosos arriendos.
Mario Londoño ordenó adecuar el edificio Republicano de la Estación del Ferrocarril, para comenzar despachando el primer año de gobierno desde allí, mientras le hacían entrega del edificio del Centro Administrativo Municipal, ubicado en el terreno de las antiguas galerías de Armenia; igualmente, algunas Secretarías fueron trasladadas a las bodegas contiguas y al frente del edificio Republicano. A una de estas bodegas fue trasladada la Secretaría de Educación que yo dirigía, la cual funcionaba en el costado sur de la calle 10 entre carreras 14 y 15. (1)
La oficina de Planeación y el “taller de la Ciudad” se encontraba en una bodega, por la carrera 19, frente al Coliseo Cubierto del Café, bodega que fuera luego una de las sedes de la iglesia del MIRA. Estas oficinas eran, para la época, un verdadero bunker, comparado con las otras dependencias, las que funcionaban en las precarias condiciones físicas dejadas por el terremoto, pues, estaba dotado de modernas oficinas, lujosos muebles y lo último en adecuaciones tecnológicas.
Casi un año después (2.002), las oficinas del CAM, incluida la oficina del alcalde, fueron entregadas por la Gerencia Zonal con muchos baches (creo que aún se conservan), y recibidas a regañadientes, peladas, sin ninguna dotación. Al despacho del alcalde fueron trasladados los muebles, los enseres y algunos equipos del taller de la ciudad.
Mi nombramiento como Secretario de Educación del Municipio de Armenia, me tomó por sorpresa, el día de la posesión del alcalde (MLA) el 1 de enero de 2.001. Dicho puesto, nunca me fue ofrecido, nunca fue solicitado por mí, ni en el transcurso de la campaña, ni después de elegido, a pesar de haber sido uno de sus asesores de campaña (el asesor estratégico), a pesar de haber sido uno de los coordinadores del empalme. Conocí el nombramiento, al momento de hacer público el decreto, nombrando sus secretarios de despacho y su equipo de colaboradores.
Después de los actos protocolarios de posesión, Mario Londoño, me invita hacia una de las esquinas de las dos terrazas del edificio Republicano, la terraza del costado Norte, para decirme, en privado, varias cosas, las cuales recuerdo como si fuera hoy:
- “lo nombré Secretario de Educación para que empiece a desmontar el fortín político que tiene allí Don Emilio”.
- “No sabe usted como le dolió a Don Emilio perder esa Secretaría”
- “me propuso que le entregara la Secretaría de Educación y que él más bien devolvía la EPA”
- “me dijo: Marito, cómo va usted a nombrar a un guerrillero en esa Secretaría”
De manera enfática y categórica me dijo:
“lo nombré, porque, sé que usted tiene el conocimiento en el tema educativo y, tiene los pantalones para manejar esa dependencia” (2)
Ya era de conocimiento público que Don Emilio, manejaba desde las décadas de los 80s y los 90s del siglo XX, ambas Secretarías de Educación, la Departamental y la Municipal con los mismos secretarios, los mismos nombres (Julio Cesar Victoria, Jaime Bejarano, Yolanda Duque). Los intercambiaba, en la misma secretaría, unas veces en el Departamento otras en el Municipio de Armenia y viceversa. Durante varias administraciones, el control fue total, control que quiso mantenerlo, en el siglo XXI.
La Secretaría de Educación era un verdadero fortín político, lo pude descubrir al poco tiempo, casi el mismo día que empecé a despachar, y lo pude desmontar, tiempo después. (3)
En trazos posteriores, escribiré lo relativo a las notas (1) (2) (3).
(*) Magister en Ciencias Políticas
E-mail: gerencia@bambucomunicaciones.com
gustavo.hernandez@bambucomunicaciones.com
