martes, septiembre 10, 2024

Noticias de Colombia y el Mundo

EL PRESIDENTE PETRO DEBE PROPICIAR UN NUEVO ACUERDO NACIONAL

Más Leídos

Por: José Gustavo Hernández Castaño (*).En términos de Maquiavelo, la virtud del príncipe (aquel que tiene el poder) más que, conquistar el poder, es mantenerse. El presidente Petro demostró que fue capaz de conquistar la presidencia (una parte del poder), por muy estrecho margen (un poco más del 50 %). Para lograrlo, concitó el respaldo de un amplio grupo de movimientos alternativos y partidos de izquierda; atrajo el respaldo de otros sectores del centro del espectro político y recogió algunos respaldos de líderes que se desprendieron de partidos del establecimiento. En la campaña electoral probó su inmenso e incuestionable liderazgo político.

Con sus mensajes (en los discursos de elección y posesión) de no hacer un gobierno
partidista, sino, de concertación en un acuerdo nacional, produjo el acercamiento con tres
partidos del establecimiento (liberales, conservadores y de la U) para la conformación de
las mesas directivas de Senado y Cámara en el Congreso de la República. Partidos que se
declararon, posteriormente, en partidos de gobierno y, con ello, su participación en el
primer equipo ministerial.

Sucedió lo inimaginable, el partido conservador se convirtió en partido de gobierno, en un
gobierno de izquierda.

En los primeros meses de gobierno, al tiempo que consolidó unas mayorías en el Congreso
para el trámite de sus propuestas de reforma, prometidas en campaña, nombró en su
equipo de gobierno ministros de muy variadas tendencias políticas e ideológicas, logrando
un trámite tranquilo de la paz total, la tributaria, el acuerdo de Escazú, y el plan de
desarrollo; y, en el concierto internacional, fueron acertadas sus intervenciones
relacionadas con los temas de drogas, cambio climático, defensa de los derechos
humanos, negociación de deuda externa por oxígeno y propuesta de cambios en la
política energética mundial, logrando un reconocimiento como líder político y de
gobierno.

Su primera equivocación estuvo en creer que, la discusión del contenido de las reformas,
sobre todo, la de salud, se daría en una sinfonía de acuerdos a partir de una sola partitura.
Se le olvidó o ignoró que en una democracia capitalista hay disimilitud ideológica de
opiniones y se conjugan variados intereses económicos y políticos (nada extraño). Creyó
que los partidos de gobierno, diferentes al Pacto Histórico, participantes del acuerdo, no
expresarían sus variadas concepciones, ni defenderían sus posiciones, ni serían
deliberantes, sino, votantes, a pie juntillas, de sus propuestas de reforma. Se le olvidó o
ignoró, también, que este país está atomizado y políticamente polarizado por varios años
(décadas).

Se le olvidó o creyó que sus aliados en el Congreso (partidos del establecimiento) habían
perdido su identidad, su ideología, su tradición y estaban solo para sumar y para votar sin
ningún reparo, sus propuestas de reforma.

Cuando los partidos del acuerdo opinaron y se opusieron a los textos de las reformas
presentando nuevas propuestas, apareció el otro Petro (el que cohabita en él), el
soberbio, el pendenciero, el opuesto al estadista. Montó en cólera y le dio una patada a la
lonchera, como se dice coloquialmente. Públicamente, mandó para el carajo su propuesta
de acuerdo nacional; pidió la renuncia a varios de sus ministros, y, talvez, a los ministros
más reconocidos y los que generaban punto de equilibrio.

Este Petro, el camorrero, el populista, el dubitativo, el soberbio, en un balconazo, desde la
casa de Nariño, con su llamado al trámite de las reformas por la vía de la movilización y
del populismo, ha desgastado demasiado al otro Petro, al gobernante, al estadista, al
conciliador, y con ello ha deteriorado enormemente su imagen. Circunstancia, esta, que
desdibuja y oculta importantísimos resultados en su obra de gobierno, tales como: la
política de tierras, comprando y entregando títulos a indígenas y campesinos tendiendo a
mejorar los niveles de productividad en el campo y la seguridad alimentaria; disminución
de los niveles de deforestación. Avance en los procesos de paz total. Disminución de los
niveles de inflación, mejoramiento de los salarios de los trabajadores, y aumento de su
poder adquisitivo. Revaluación del peso colombiano frente al dólar. En materia educativa,
la matricula cero en la educación superior y en materia anticorrupción, el destape de
varios hechos, en varias entidades del estado: UNP, SAE, Ecopetrol, etc.

Ese ha sido Petro en los últimos meses, un personaje incierto, dubitativo. Un presidente
que parece tener claro lo que debe hacer, pero, no sabe cómo hacerlo. Errático y vacilante
en esta última parte de su primer año de gobierno.

Diversas circunstancias han contribuido al estado de deterioro de su imagen: la oposición
cerrada de los grandes medios de comunicación, al servicio de los grandes grupos de
concentración del poder económico. La cada vez mayor oposición política. Su poco éxito
en el trámite de las reformas. La conformación creciente de un bloque de oposición en el
congreso. Su coalición de partidos, el Pacto Histórico, dividido, descuadernado, en las
regiones, por una mala y errática dirección nacional. Y, finalmente, el escándalo
propiciado por su hijo Nicolás Petro, quien, presuntamente, recibió dineros de
reconocidos narcotraficantes, en periodo de campaña.

Por todo lo anterior, se me antoja pensar que el presidente Petro, tiene hoy, bastante
disminuida su capacidad de maniobra (cada día luce más acorralado) razones más que
suficientes para dar un nuevo giro, adecuado y oportuno, si quiere lograr las reformas y
sus propuestas de cambio, no las ideales, sino, las reales y posibles, en este momento.

En mi opinión el presidente Petro tiene un mal equipo de asesores. A esos sí, “debe
mandarlos p´al carajo”. Debe corregir el rumbo de su gobierno y dar un completo
timonazo, ojalá de 180 grados.

Si Petro quiere tramitar las reformas y salir avante en buena parte de su contenido, debe
propiciar rápido, un nuevo acuerdo, por lo menos con dos de los partidos. Abrir de nuevo,
las puertas del diálogo, con el Partido liberal, con quien, a pesar de sus diferencias, no ha
cambiado su decisión de ser partido de Gobierno y con el Partido de la U, que se ha
mantenido como independiente.

Ese acuerdo debe hacerlo con los directores de los dos partidos, con la oficialidad de cada
uno de ellos, darles participación, reconocerlos como tales y, permitir su deliberación en
el trámite de las reformas en el congreso. No debe seguir estimulando el cabildeo, la
conquista voto a voto, en la llamada política del menudeo.

Si no corrige el rumbo estaría dándole la razón a algunos comentaristas políticos, que hoy
se apresuran a anunciar su hundimiento, su fracaso, y a proclamar el resurgimiento de los
tres huevitos de Uribe o, los huevos empollados del Vargas Llerismo.

(*) Magister en Ciencias Políticas
E-mail: gerencia@bambucomunicaciones.com
gustavo.hernandez@bambucomunicaciones.com

- Publicidad -spot_imgspot_imgspot_imgspot_img
- Publicidad -spot_img

Más Articulos

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Espacio Publicitario -

Agencia digital especializada en el diseño y desarrollo de páginas web a la medida.spot_img

Últimos articulos