Por: José Gustavo Hernández Castaño (*)
La Real Academia Española de la lengua, define así al títere:
“Muñeco que se mueve por medio de hilos u otro procedimiento”. “Persona que se deja manejar”. “Persona que actúa ligeramente o sin fundamento”.
Pareciera ser no cierto, pareciera ser una invención, pareciera ser un insulto, cuando se habla de títeres para referirse a personas, y, mucho menos cuando se trata de personas maduras “hechas y derechas”, muchísimo menos, para referirse a profesionales, y, tornándose increíble, cuando está referido a candidatos. Pero, es verdad. Triste verdad y, verdad sabida.
Se siente vergüenza ajena cuando se conoce la fragilidad, la falta de consistencia, la falta de carácter, de los candidatos títeres, o los títeres candidatos, que se fabrican en los dos edificios del establecimiento.
Primero fue María Teresa, la títere, o, ¿se dirá, titeresa?, para estar in, en el lenguaje inclusivo del momento. Luego fue, Juan Miguel. Dos títeres o titeresas fabricados o fabricadas en el edificio de 19 pisos.
La primera, la echaron al cesto de la basura, al rincón del olvido, cuando ya se les hizo inservible y se les volvió incomoda a los titiriteros de la “casa jaramillo” (así con minúscula). A propósito, se hacen llamar así: “casa jaramillo”, porque, por sus venas corre sangre azul (eso se creen ellos), como la que corre por las casas Reales, la de “los Austrias”, “los Borbones”, “los Tudor”, “los Windsor”.
Al segundo, lo tienen con respiración artificial, moviéndolo de un lado a otro y hablando por él. Como buen títere no se mueve con dinámica propia, lo mueven. Como buen títere, no habla, hablan por él. De la casa de la U y de la casa de Cambio Radical, lo movieron, lo apostaron en la casa liberal, a la espera del aval, casa que de un portazo impidió su ingreso. Ahora lo trasladan a la casa “creemos”. Y así, los titiriteros de la casa real, la “casa jaramillo”, lo van moviendo.
Cuando le dieron el portazo en la casa liberal, la “casa Gaviria”, el titiritero menor habló por él. El príncipe pablito, en espera de convertirse en “rey”, rey de burlas, habló de ética; habló de moral, de “la moral de la mata de mora”; habló de democracia, de la democracia en la que todo debe girar alrededor de su casa, la jaramillo; habló de coherencia, la coherencia de la “casa jaramillo”, de esa coherencia en la que hoy, se pintan de rojo, mañana de amarillo, luego verde, después anaranjado, y si es necesario azul y azul turquesa como les gusta a los “turcos”, como los turcos negociantes de la “casa jaramillo”. Su ética, su moral, su democracia, su coherencia, la de “los jaramillo”, es de una consistencia tal, directamente proporcional a la consistencia que tiene el papel toilette.
En el edificio de 19 pisos, donde sus olores penetrantes producto de la billonaria corrupción de “proyecta” y de los huéspedes de “la casa jaramillo”, todo se mueve, todo se torna incertidumbre. Los movimientos del contratismo, los cambios de tercio, como en las tardes de plaza de toros, sacan a unos y entran a otros. Despiden a los contratistas de los amigos que hasta entonces juraron fidelidad a esa “casa real” (así con minúscula). Creen que, con nuevos contratistas; creen que, con nuevos habitantes de las oficinas y despachos oficiales, podrán detener la debacle y el derrumbe del edificio de “los jaramillo”. En su desespero todo puede pasar, desde mover el títere para acomodarlo en alianza con otros candidatos de la misma consistencia y la misma condición, hasta “meterse el rabo entre las patas” y volver a “la casa Gaviria”, acompañando al candidato a quien dieron el aval, o, hasta de inquilinos del edificio de 5 pisos, en el CAM, pueden terminar. Por sí solos, no tienen con qué mantenerse. El derrumbe de la fábrica de títeres de 19 pisos, se hizo realidad. No tienen alternativa.
No es hora de callar, es el momento de tumbar esa amnesia colectiva.
En próximos artículos, me referiré a la otra fábrica de títeres, la de 5 pisos: a la coalición Pacto Histórico, y; al desenfrenado contratismo en tiempo de elecciones.
(*) Magister en Ciencias Políticas
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