Apenas unos días después de que la Corte Penal Internacional (ICC) emitiera una orden de arresto, el presidente ruso, Vladimir Putin, recibió al líder de China Xi Jinping en lo que Pekín ha llamado un «viaje de amistad» destinado a «jugar un papel constructivo en la promoción de las conversaciones de paz» sobre la guerra en Ucrania.
Este encuentro se produce después de que China obtuviera una gran victoria diplomática al negociar un acercamiento sorpresa entre Arabia Saudita e Irán, ayudando a los dos archirrivales a restaurar los vínculos. Sin embargo, horas después del anuncio del viaje de Xi, la CPI emitió una orden de arresto contra Putin, acusándolo de crímenes de guerra por la deportación forzosa de niños ucranianos de Moscú.
Para los Estados Unidos y gran parte de Europa, la visita de Xi es una dura muestra de apoyo al cada vez más aislado Putin, en un momento en que su ejército se está quedando sin suministros y la economía de Rusia está luchando bajo las sanciones occidentales.