lunes, septiembre 9, 2024

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Menos Activismo, Más Gobierno.

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La lucha política es en esencia una lucha por conquistar el poder. La máxima de Maquiavelo: “La virtud del príncipe no está en llegar al poder, está en mantenerse; es relativamente fácil conquistarlo, pero, demasiado difícil mantenerlo” está a plena prueba. Petro, que no solo se considera, sino, que ya lo es, debe saberlo.

Conoce, con sobradas razones, la inteligencia y la maldad de la clase política incrustada en el poder por años, y sus partidos, por siglos. La conoció bien cuando fue militante en el M-19 y, mucho mejor, en su paso por el Congreso y por la alcaldía de Bogotá.

Discípulos de la doctrina de Maquiavelo, esa clase política no renuncia, ni renunciará a perder el poder; como sea, con lo que sea, se aferrarán para no perderlo. 

No puede olvidarse que Petro no conquistó el poder, conquistó el gobierno; conquistó solo una parte, el gobierno en el orden nacional; todavía, los otros, lo poseen en los territorios.

Teniendo clara la meta, pero, no el terreno a transitar, ni los momentos para hacerlo, pueden llevar al fracaso. La equivocación de no entenderlo puede ser fatal en los propósitos.

Hay que bajarle a la pugnacidad; mermar la procacidad en el lenguaje. La algarabía, la bulla, el ruido, son menos eficaces que la serenidad y el silencio.

No es en la calle que se gobierna, no es con multitudes; es con planes, es con programas, es con conocimiento, es con expertos, es con técnicos, es con administradores de lo público, es con ética, para que los resultados del gobierno le lleguen a quienes lo necesitan y por quienes se dan las peleas: las multitudes, esos ciudadanos desposeídos, por años, de sus derechos. 

Menos activismo, más Gobierno.

Más tiempo dedicado a sacar las reformas prometidas; esas son la verdadera esencia del gobierno. El talante de un gobernante no se mide por el orgullo y la vanidad; se mide por su capacidad para actuar, para dirigir, para transar, lo transable, para buscar y lograr consensos. Petro tiene su orgullo y su vanidad, en grado sumo, todos lo tenemos en justas proporciones, pero estos no impiden lo segundo, para ser un buen gobernante, un hombre de Estado, un estadista.

La máxima obra de su gobierno, la de sacar las reformas fundamentales, para cumplirle a los colombianos, Petro, no la puede delegar. En cabeza de él se deben producir los consensos necesarios con los partidos de gobierno. Sangre, sudor y lágrimas producirá sacarlas adelante. Lo más seguro tendrá que ceder en gobernabilidad, pero, hay que hacerlo. Y hacerlo, pensando en los resultados que deben producirse en las elecciones territoriales del 2.023.

Mas cabeza fría, menos impulsos; más racionalidad, menos sentimientos; más eficiencia y eficacia, menos activismo y protagonismo insulso.

No hay que perder el norte, el rumbo debe ser preciso: ya se conquistó el gobierno en lo nacional, ahora, hay obtenerlo en los territorios, en las alcaldías y las gobernaciones. Con el tino y la prudencia necesarias debe actuar asertivamente en lo político. Conoce bien la realidad política, Municipio por Municipio, Departamento por Departamento, y, si no la conoce bien, tendrá que conocerla a través de sus asesores en este terreno. Menos alzafuelles y asesores con mentalidad de alfombra, más asesores con el conocimiento pertinente en las realidades concretas. Hay que tener una lectura política adecuada en y de cada territorio.

Logrado lo anterior lo catapulta como el líder que quiere ser en Latinoamérica. De lo contrario, la virtud del Príncipe, la de mantenerse, en palabras de Maquiavelo, solo le alcanzará para ser un General derrotado a quien tras la derrota le quitaron los soles. 

Los momentos en política son demasiado efímeros, se van como la rapidez de un rayo.

El Quindío y Armenia no se sustraen a esta dinámica, los líderes del Pacto Histórico deben comportarse como Príncipes, con ganas de serlo, para lo cual hay que conquistar el poder Regional y Local. deben hacer una adecuada lectura política y un análisis de coyuntura del momento para definir con claridad quiénes pueden ser los posibles aliados y a quiénes se debe derrotar. El momento político en el Quindío no da para transitar solos (pacto Histórico), ni acompañados, solamente, de los partidos y movimientos del Frente Amplio. El momento exige, si quieren ser exitosos, trascender hasta alianzas con uno o varios partidos de Gobierno. Me aventuro a decir que por lo menos deben buscar acuerdos con un sector del Partido Liberal.

Al Quindío y Armenia, no pueden seguir gobernándolo gamines que se creen Generales, cuando solo les da para ser Sargentos.  

 

Por: José Gustavo Hernández Castaño (*)

(*) Magister en Ciencias Políticas

E-mail: gerencia@bambucomunicaciones.com

              gustavo.hernandez@bambucomunicaciones.com

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