Por: José Gustavo Hernández Castaño (*)
A veinte meses del llamado gobierno del cambio liderado por el presidente Gustavo Petro, podría decirse, hoy, lo mismo que dijo hace 7 meses, el director de la revista virtual o blog, Razón Pública, Hernando Gómez Buendía: (…)“Lo único que hasta ahora ha logrado el gobierno del cambio es demostrar la gran dificultad de los cambios”. (…) “Esa dificultad tiene causas muy diversas y se expresa de múltiples maneras, pero en el caso del gobierno Petro hay cuatro que resultan evidentes: la resistencia de los intereses creados, la dispersión de los poderes públicos, la falta de una estrategia coherente y la mala gestión del presidente.”(…)
La primera causa, la resistencia a las reformas y a los cambios. Nada nuevo, nada desconocido, ni para el gobierno, ni para los académicos, ni para los políticos, un poco incomprensible para los ciudadanos, comunes y corrientes.
La resistencia a las reformas y a los cambios se hicieron evidentes en campaña y se preveía se profundizarían siendo gobernante del cambio. Nada nuevo, nada desconocido. Los intereses creados de uno y otro lado por múltiples actores y desde diversas miradas cobrarían protagonismo en un gobierno impulsor de cambios.
La resistencia a los cambios, se han hecho evidentes en diversas temáticas: tributaria, tierras, régimen laboral, régimen pensional, sistema de salud, política petrolera y de hidrocarburos, política energética y cambio climático, derechos humanos, política de paz, orientación de las fuerzas armadas y de policía. Ningún tema que se propusiera iba a ser fácil, nada no previsible.
Uno el interés del gran capital, otro el de los asalariados; uno el interés de latifundistas y terratenientes, otro el de los campesinos minifundistas, campesinos temporeros, o campesinos pobres; uno es interés del capital financiero, otro el de los desposeídos; los intereses de clase se hacen evidentes en la sociedad, en la política, en el ejercicio del poder y en las manifestaciones de la administración pública. nada nuevo, nada no previsible.
Para el gobierno del presidente Petro estaba claro desde su elección, después en su posesión, que él sería el jefe del Ejecutivo y con él, conformando el Estado, otros poderes establecidos, en un llamado equilibrio de poderes dentro una democracia representativa, participativa, y multipartidista, a la luz de la constitución de 1.991. nada nuevo, nada no previsible.
Cuando se quiere cambiar el statu quo, obvio que se generan resistencias, y no pocas.
Lo nuevo y lo previsible era que el nuevo gobierno, el del cambio, tenía que gobernar en medio de esas dificultades. Debía saber sortear todas estas situaciones, y ser líder, generando respeto por los demás poderes, tolerancia con las voces disonantes, ganando autoridad ante una sociedad diversa y variopinta con multiplicidad de enfoques y tendencias políticas.
Lo nuevo, lo previsible era producir consensos, buscar acuerdos con la diferencia, con los otros partidos, los diferentes, los que se declararon de gobierno, independientes, o de oposición. Eso era lo previsible.
Por eso el presidente Petro habló y trazó línea de lo que sería su gobierno, en el discurso del triunfo el día de las elecciones, y en el discurso de su posesión. Habló de un gobierno de transición, de un gobierno nacional en acuerdo con otros partidos. Esa fue su postura en los primeros seis meses de gobierno.
A los seis meses de su gobierno perdió la brújula, perdió el rumbo, perdió el horizonte. Desde entonces anda perdido; cada día las incertidumbres por los resultados, saltan a la vista, y van en aumento.
De gobernante pasó a ser gestor de su propia oposición. Hoy, actúa como líder opositor y no líder de gobierno; no quiere gobernar con las instituciones y con los partidos, quiere ser líder opositor en las calles para lanzar su diatriba, su filípica, a sus contrarios, a los de la otra orilla los que, según él, no lo dejan gobernar.
Víctima de sus propios inventos, interpreta mal el concepto de multitud de Antoni Negri, el pensador posmarxista italiano, traslapándola a asambleas, manifestaciones callejeras, balconazo, o mingas en puerto resistencia, o en un proceso constituyente, sin pies ni cabeza, una figura amorfa, por fuera de cualquier ordenamiento jurídico o constitucional.
Con esta rabieta, con este berrinche, desdibuja su imagen, quedando por el suelo, y en el imaginario colectivo como un gobernante incapaz.
El poder y las relaciones de poder son conceptos y realidades distintas en la complejidad multidimensional en la que numerosos sistemas se entrelazan, coinciden, y trascienden en la administración pública.
Mucho me temo que en este gobierno hay poco entendimiento de la complejidad de esta problemática, por lo que tiendo a creer que un grupo de aupadores, un ejército de aduladores “soba chaquetas”, le calienta el cerebro, impidiendo que recupere la brújula y dé un nuevo giro, un nuevo rumbo, en lo que queda de este gobierno.
El presidente Petro debe entender que no debe ser inferior al mandato de cerca de 11 millones de colombianos esperanzados con el cambio. Esas son las voces que debe oír; no, la del incontable grupo de asesores que lo han conducido a tan errático proceder, ni la Sarabia, que lo tiene preso desde campaña.
Debe organizar gobernabilidad y gobernanza para mantener la estabilidad y el orden e impedir que se hundan más reformas. En el tema de salud no todo está perdido, por otra vía puede concertar los cambios para impedir que siga lo mismo.
Debe abrir nuevos espacios de gobernabilidad con la institucionalidad de otros partidos para garantizar el trámite legislativo de sus propuestas y para mejorar los niveles de gestión y de ejecución gubernamental. Igualmente, para distensionar los ánimos con las cortes y con los órganos de control.
Competencia, deliberación, contradicción, solidaridad, cooperación, tolerancia, respeto por el otro, opiniones diferentes y divergentes, coexisten, como reglas posibles, en una democracia moderna y en una nueva acción gubernamental.
No más incoherencias, no más incertidumbres, no más arrogancia, no más soliloquio, no más desorden. Más coherencia, más certidumbre, mas humildad, más diálogo, mayor gobernabilidad y gobernanza.
(*) Magister en Ciencias Políticas
E-mail: gerencia@bambucomunicaciones.com