“La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer” Bertolt Brecht
Un gobierno de transición apenas comienza. Léase bien, de transición. Empieza el final de una época, con el fin del Gobierno de Duque (más de veinte años de Uribismo). Y, empieza a nacer otra, la época del Petrismo, que puede ser efímera o duradera; todo va a depender de este gobierno, el de Gustavo Petro.
La habilidad y la inteligencia del Presidente Petro se coloca a toda prueba. Habilidad e inteligencia, para hacer un buen gobierno de transición, que pase de la retórica a las reformas en el terreno de la realidad. Cambios que deben ser percibidos como posibles y realizables en el tiempo, durante este y otros gobiernos, necesarios en su cabal ejecución.
Los cambios requeridos son de tal magnitud que trascienden los cuatro años, por lo que, el Plan de Desarrollo de este gobierno, debe ser pensado en su desarrollo estratégico, si se quieren sembrar raíces profundas de transformación.
Su propuesta de acuerdo nacional, puede ser temporal o puede mantenerse en el tiempo, dependiendo del contenido del acuerdo y de los consensos a los cuales se quiere llegar; lo que sí está claro, es que caló en el país, fue bien visto, desde su pública formulación.
Ahora bien, el optimismo no puede confundirse con ingenuidad; sobre todo, el optimismo como actitud frente al futuro, frente a los obstáculos que hay que superar y los sueños que la sociedad, y el ciudadano en particular, están esperando alcanzar. Hay que pasar de los anuncios para la galería, a las realizaciones reformatorias en la realidad.
Los colombianos elegimos a Petro para acabar con la corrupción, ese poderoso leviatán que se metió en toda la sociedad y en todas las esferas del Estado; Pero, debemos recordar que, el cambio empieza por lo individual, por la ciudadanía; no es un concepto propio de la política y de los gobernantes; nos involucra a todos.
Al Pacto Histórico no se le puede olvidar que, en lo Nacional, ya es gobierno, y que ese gobierno debe completarse en las regiones, en el territorio. Oportunidad propicia será el próximo debate electoral donde se elegirán autoridades locales (alcaldes y concejos) y, autoridades regionales (Gobernadores y Asambleas), hoy, en manos de las empresas corruptas de los partidos del establecimiento.
El cambio de gobierno, no significa un cambio total; algo debe cambiar, y algo debe permanecer. Algo se quiere lograr y algo evitar. He ahí la situación problémica que debe enfrentarse.
¿Qué va a cambiar?, ¿qué va a permanecer?, ¿qué evitar?, ¿qué lograr?, ¿con quién o quiénes?
Petro tiene la palabra en lo Nacional, en el país. Los Petristas y el Petrismo, en las regiones (por ejemplo, en el Quindío). Toca ahuyentar a los buitres, ponerlos en la picota pública, desnudarlos en sus sucias intenciones, para no caer en la aporía: “en nombre del cambio, nada cambia”.
Hay que abrir la casa, la casa grande, la casa de todos, para que convivan familia y aliados más cercanos, los acuerdos Nacional y Regional; pero, hay que cuidarla de quienes pretendan entrar para saquearla o para diezmarla.
Buenos modales: tolerancia y convivencia, sí, en una relación de respeto mutuo, reconociendo a cada quién como contradictor en vez de como enemigo. En un propósito común: la defensa del territorio, la defensa del agua, el desarrollo agrícola regional y las buenas costumbres políticas, para derrotar las prácticas políticas de las maquinarias políticas, que lactan de la burocracia, empotradas en los dos edificios de la administración pública oficial de este Departamento, y este municipio, que hoy nos mal gobiernan.
Un primer paso: revocar a “TOTO”, el alcalde que gobierna. Para lograrlo, hay que revocar al alcalde legalmente elegido (José Manuel). Mejor dicho, revocando a uno, revocamos al otro, e impedimos que se sigan lucrando de los recursos del erario público de Armenia.
Por: Gustavo Hernández C.
Foto: semana.com