Fotografía: eluniverso.com
En un video un funcionario talibán confirmaba que las trabajadoras sanitarias podían conservar sus puestos de trabajo; en otro, los talibanes le decían a los de un grupo religioso minoritario que eran libres y estaban protegidos, otros videos sugerían una nueva legalidad en Kabul, en la que los combatientes talibanes detenían a punta de pistola a los saqueadores y ladrones.
En la década de 1990, los talibanes prohibieron el Internet, pero ahora vemos como Las redes sociales se han convertido en una poderosa herramienta para desanimar a la oposición y difundir sus mensajes. Ahora que controlan el país, utilizan miles de cuentas de Twitter algunas oficiales y otras anónimas, para calmar a la aterrorizada base urbana de Afganistán cada vez más conocedora de la tecnología.
Las imágenes de paz y estabilidad que los talibanes han querido proyectar contrastan bastante con las escenas difundidas en todo el mundo, de la caótica evacuación de Estados Unidos en el aeropuerto de Kabul o las imágenes de manifestantes que han sido golpeados y tiroteados. Todo esto, ha demostrado el poder digital que los talibanes han perfeccionado a lo largo de estos años.
En buena medida, los talibanes han podido publicar en la red todo lo que querían. Aunque persisten los bloqueos en las principales plataformas de medios sociales como Facebook y YouTube, han surgido decenas de nuevas cuentas. Los esfuerzos de los talibanes se han centrado en Twitter donde el grupo no está vetado de manera directa.
En la actualidad, Afganistán está muy lejos de ser ese lugar donde se había prohibido el uso del internet en el año 2001. Bajo el gobierno respaldado por Estados Unidos, se instalaron Torres de telefonía móvil en todo el país; pasaron de ser un millón de usuarios en el año 2005 a más de 22.000.000 en el año 2019. Los expertos estiman que alrededor del 70% de la población tiene acceso a un teléfono celular.
Los mensajes rápidos e inteligentes fueron un aspecto clave de la ofensiva y señalaron que los talibanes entrenaron y equiparon a los soldados con micrófonos y teléfonos inteligentes, para que informaran desde las líneas del frente cuando sus fuerzas incursionaran en nuevos territorios, mensajes con una mezcla de ofertas de amnistía e intimidación diseñada para crear la sensación de una victoria inevitable.